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UNNE – NODIO: docentes de Comunicación Social opinan sobre la creación del observatorio

Docentes de la Carrera de Comunicación Social de la Facultad de Humanidades de la UNNE, brindaron su opinión acerca de lo que representaría este nuevo organismo; los mecanismos a ejecutar para que no se vea afectada la libertad de prensa y si creen ver algún efecto adverso en la iniciativa, que podría menoscabar la capacidad de los lectores de discernir la falsedad o no de una noticia.

Detección, verificación, identificación y desarticulación de las estrategias argumentativas de noticias maliciosas y la identificación de sus operaciones de difusión. Así fueron detalladas las funciones principales que tendrá el recientemente presentado NODIO: Observatorio de la desinformación y la violencia simbólica en medios y plataformas digitales.

La idea, perteneciente a la Defensoría del Público de la Nación, surgió para conmemorar los 11 años de la promulgación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.
A poco de que tomara conocimiento público, NODIO se transformó en uno de los temas en la agenda de debate que de manera regular se actualiza en la coyuntura política argentina. Alcanzó tal relevancia su presentación, que hasta tuvo injerencia del poder judicial mediante el fiscal Carlos Stornelli quien dictó una medida cautelar para impedir su puesta en marcha.
Como el objetivo central del observatorio es “proteger a la ciudadanía de las noticias falsas, maliciosas y falaces”, el Departamento de Comunicación Institucional del Rectorado de la UNNE recurrió a docentes de la Carrera de Comunicación Social de la Facultad de Humanidades, para conocer su opinión acerca de lo que representaría este nuevo organismo; los mecanismos a ejecutar para que no se vea afectada la libertad de prensa y si creen ver algún efecto adverso en la iniciativa, al menoscabar la capacidad de los lectores de discernir la falsedad o no de una noticia.

Con ese objetivo fueron consultados el Licenciado Eugenio Montero, docente de las cátedras “Estructura de la Industria Cultural” y “Organización y Administración de Medios de Comunicación Social II”; la Licenciada Estefanía Prokopiuk, docente de “Teoría y Técnica del Periodismo Gráfico I”; el Licenciado Gustavo Guirado, docente de “Teoría y Técnica del Periodismo Gráfico I” y “Opinión Pública”; y el Dr. Licenciado Aldo Avellaneda, docente de la “Teoría de la Comunicación Social III” y director de la Carrera de Comunicación Social.
A continuación, sus opiniones:

Sobre la creación del Observatorio y sus objetivos, estas fueron sus opiniones:
Montero: “De momento hay demasiados puntos oscuros sobre NODIO. No se podría dar una opinión concluyente. Hay también pendientes informes legislativos. Lewin (Miriam, Defensora del Público de la Nación) y su equipo, repiten que no harán lo que se está diciendo en la calle, pero cuando uno aclara una y otra vez lo que no haría, lo que en realidad siembra es la duda y ante la duda la guardia en alto. En mis Cátedras lo debatimos y, por encima de diferencias puntuales, hubo coincidencia en que aún hay varias cosas por discernir. ¿Cuál será su alcance? Si un observatorio, un centro de estudios (siendo así no ameritaría ningún debate público), una oficina de control del pensamiento, una celaduría de “las informaciones falaces “y en tal caso qué suerte les espera a los transgresores. En fin, muchos cabos sueltos.”

Prokopuik: “El control del contenido de la información no es una potestad del Estado porque ello contradice los principios de la libertad de opinión y expresión establecidos por organismos internacionales y en nuestra Constitución. Sin embargo, más allá de las ideologías políticas con las que se analizó este tema en distintas manifestaciones públicas considero que es una cuestión tan relevante para la sociedad toda, que merece un profundo debate donde diferentes actores sociales, públicos y privados, puedan expresar puntos de vistas e ideas para contribuir a controlar la desinformación y violencia simbólica”.

– Guirado: “Como ciudadano, no estoy de acuerdo con la creación del Observatorio NODIO. Estoy a favor del periodismo de investigación y de la libertad de expresión y de opinión, pilares esenciales de la prensa libre y del derecho de los ciudadanos a recibir información de interés público y decidir en libertad si quieren o no consumir noticias de un medio de comunicación o de otro. Por otro lado, ¿qué es “la desinformación” y “la violencia simbólica”? ¿Opinar diferente o realizar periodismo de investigación es “violencia simbólica”?.

Avellaneda: “Me parece bien, aunque es fundamental su articulación y sinergia con las universidades y con los actores sociales que busca proteger. Es necesario el trabajo de identificación de información inexacta o que vandaliza los derechos de minorías de género, étnicas u otras. La posibilidad de participación en los debates públicos es mayor pero a la vez se ha ampliado la posibilidad de producir y difundir información inexacta o no chequeada, y de reproducirla infinitamente. En ese sentido un observatorio de medios es como un organismo de salud pública. El impacto de un observatorio como Nodio, me parece que es proporcional a su capacidad de llegada pública. De lo contario, todo lo que se haga queda para el uso singular del mundo académico o de algún proyecto parlamentario. Y en ese sentido, y debido a la configuración de nuestro ecosistema mediático, soy un tanto escéptico del vínculo entre observatorios de medios y los mismos medios. La manera más efectiva creo de luchar contra la desinformación es vincular a Nodio, así como los demás observatorios, con el sistema educativo, con el sector privado, las organizaciones comunitarias, etc.”

Libertad de Prensa. ¿Cómo considera debe equilibrarse el derecho a la información verdadera y de calidad, con el derecho a informar en estos tiempos de diversificación de vías de comunicación?

-Montero: “Llama la atención que en las acaloradas discusiones por NODIO entre voceros de los medios y del gobierno coincidan en la defensa “del periodismo de calidad” que es en realidad un apelativo eufemístico para defenderse del ocaso en el que están inmersos. Los medios tradicionales están en retirada empujados por las nuevas tecnologías y su crisis de negocios y se debilitan. Es un proceso irreversible. De ahí que no veo viable seguir discutiendo sobre los medios como el factor determinante de los procesos sociales y políticos. Lo que a mí prioritariamente me preocupa son las intenciones, cada vez más explícitas, de las jerarquías para el control de lo que se ha vuelto incontrolable: internet y las redes”.

– Prokopiuk: “Creo que la libertad de expresión y prensa es un componente fundamental en el ejercicio de democrático que no puede coartarse y para ello los poderes del Estado tienen asimismo el deber de informar con transparencia las actividades gubernamentales. Y los medios de comunicación, también como servidores públicos, la responsabilidad de brindar información de calidad de modo tal que los ciudadanos no se vean afectados por los contenidos”.

 Guirado: “Creo en la libertad de prensa y en el derecho de los medios de comunicación a comunicar sus ideas sin censura previa, con responsabilidades judiciales ulteriores en el marco de las normativas vigentes. Creo en el pleno derecho de los medios a buscar y publicar información de calidad y creo en un ciudadano libre para discernir qué información consumir y cuál no, y con capacidad para dejar de consumir determinada información si considera que no es de calidad o que no le gusta o no está de acuerdo”.

– Avellaneda: “No alcanzo a ver en qué sentido el derecho a informar se ve limitado. Los observatorios trabajan de modo postfacto, con la información elaborada y en circulación. Lo que se hace es verificar que no lesione derechos, así como chequear que se corresponda a fuentes. Es necesario desmalezar las controversias y las acusaciones vertidas, que se corresponden con otras cuestiones. Es totalmente legítimo pedir información o mayores precisiones sobre el funcionamiento del organismo, pero de allí a señalar la intención de “control de la información”, “control de la prensa”, etc. me parece que en realidad muestra los vínculos entre un sector político y el sector hegemónico de los medios de comunicación. ¿En qué sentido concreto aparece este vínculo? En que reproducen una sinonimia que no solamente es inexacta, sino perjudicial. La idea de que una verificación de los contenidos emanados desde los medios pero también circulantes en las redes, representa un ataque a la libertad de prensa y a la libertad de expresión. Ni los medios de comunicación clásicos ni las redes pueden ser burbujas sobre las que no sea posible la regulación pública. Y toda regulación pública, aquí y en cualquier otro lugar, se operativiza desde el Estado. Lo importante, claro, es que el diseño de dicha regulación contenga las expectativas y las demandas de distintos sectores sociales e instituciones”.
“Tanto la Federación Argentina de Carreras de Comunicación Social (FADECCOS), así como la Red de Carreras de Comunicación Social y Periodismo (REDCOM), han emitido un comunicado solidarizándose con la Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual y señalando el hostigamiento mediático del que ha sido objeto, a partir de la propuesta del Observatorio”.

-¿Qué herramientas cree que pueden implementarse para que el funcionamiento del Observatorio cumpla los fines por los que se crearía sin avanzar en un control de la información pública, ni sea una supervisión de la tarea de la prensa?.

 Guirado: “Insisto, no creo en la posibilidad de que un organismo (y más aún estatal) pueda controlar o decidir qué es información periodística pertinente y qué no lo es”.

 Prokopiuk: “La formación en buenas prácticas es una excelente herramienta para trabajar conjuntamente sin avanzar en el control de la información sino en su calidad. Capacitar a los trabajadores de prensa resultará fundamental para que el mensaje a transmitir se haga de manera clara, precisa, oportuna y pertinente. Alentar la crítica constructiva para mejorar no implica hostigar o censurar”.

Avellaneda: “Es que precisamente, un monitoreo de la información que circula (lo que no quiere decir impedir que circule) y una supervisión de la tarea de la prensa (lo cual no quiere decir en ningún caso censura, pues se trabaja post facto), es lo que se necesita a mi entender. La manera en que aparece formulada la pregunta es interesante. Pues creo que denota un ángulo en la mirada que también es necesario problematizar. Me pregunto cuál sería el problema de supervisión de la tarea de prensa, en los términos de una indagación sobre la exactitud de lo publicado y del respeto de derechos. El planteo de fondo es si el Estado debiera o no disponer de un organismo como el Observatorio. Mi opinión es que sí, aunque debe hacer lo posible por vincular sus actividades a los sectores más vulnerables y a las instituciones especializadas así como definir muy bien su campo de acción y sus objetivos relevantes. Creo que aún hay mucho por hacer para poner en cuestión aquella idea binaria de que la información es algo que pone en disputa a “medios democráticos” con “estados totalitarios”. Las grandes empresas mediáticas disfrutan mucho de un planteo de este tipo”.

– Montero: “Es evidente que al poder de todo pelaje le preocupa lo que está fuera de su control. Lo que observo es que en la base de las “preocupaciones” por la seguridad, la violencia, las fake news y “los valores” está el control a los ciudadanos. Pero ni internet, ni las redes son productoras de violencia, odios, etc. Son inabarcables plataformas desde donde se canalizan libremente como nunca antes en la historia de la humanidad, las opiniones, preocupaciones, ansiedades, sueños, expectativas, enojos, protestas y deliberaciones de ciudadanos libres. Si hay violencia, odio, desinformación, estas ya anidan en la práctica social concreta y responden a causas concretas, y son los gobiernos los que deben mirar esas causas para paliarlas. Hay preocupación naturalmente por la desinformación (que no es algo novedoso y que las más de las veces obedece a operatorias desde la jerarquía), pero el antídoto está precisamente en la web. Ahí fluye abundante al alcance de toda la información, que es la herramienta para una comprensión completa de los fenómenos sociales. Por supuesto el desafío es educar para su mejor utilización”.

– ¿Hay antecedentes de un observatorio de esta naturaleza en algún país? De haber un caso, ¿conoce sus resultados?.

Guirado: “He leído que hay muy pocos antecedentes en el mundo, y con resultados negativos para la libertad de prensa de las empresas periodísticas y para el derecho individual de los ciudadanos a elegir libremente”.

– Avellaneda: “Los Observatorios en general nacen a partir del doble escenario de evidente manipulación informativa y las nuevas condiciones de producción y circulación de información con la masificación de internet. Desde mediados de los noventa, pero fundamentalmente a partir de este milenio, numerosos emprendimientos de este tipo han surgido en el mundo y en la Argentina. Aquí tenemos observatorios de medios en las universidades de La Plata, Córdoba, Rosario y Mendoza, por lo menos. En todos los casos son un espacio de información y debate sobre la producción y circulación de contenidos”.
“Más allá de la serie de argumentos ad hoc, ad hominen, chicanas, etc. muy común en el mundo político lamentablemente, el problema al que se alude aquí es, reitero, que emerge desde el Estado. Y es esto lo que hay que afrontar. No veo un argumento por el cual el Estado deba privarse de un organismo de este tipo. Ahora bien, para mí su legitimidad está en su asociación con otras instituciones y con los actores que busca proteger. Aunque un espacio político haya ganado las elecciones, el Estado no debe confundirse parte a parte con él, pero sí, a partir de las orientaciones que perfile dicho espacio, es necesario que incorpore a los sectores vandalizados y estructuralmente vulnerables en el diseño e implementación de sus políticas, como la del Observatorio, por ejemplo. Esto creo que es muy importante. Rechazar esto en el nombre de la “libertad de prensa” creo incluso que permite comprender el corrimiento del ideario político-liberal desde los tiempos de Mill hasta aquí”.

-Prokopiuk: “No conozco antecedentes de observatorios estatales en otros países. Sí, casos locales de otras universidades o asociaciones de periodistas que estudian tanto al público como a los medios de comunicación. En términos generales encuestas recientes indican que los públicos argentinos tienden a ser liberales ya que por ejemplo, un mínimo porcentaje de los consultados aprueba un control del Estado sobre la desinformación y opinan que, más bien, estas prácticas deberían ser autorreguladas y que no debería haber regulación alguna”.

-Montero: “Un informe de Freedom on the Net 2019 revela que los Gobiernos en todo el mundo están incrementando su uso de las redes sociales para manipular, monitorear a los ciudadanos, desviar la tecnología hacia el autoritarismo y como resultado de estas tendencias, la libertad en internet mundial se ha disminuido por noveno año consecutivo. Releyendo un texto de Paul Mason, “Poscapitalismo”, que lo estudiamos en Medios II me detuve en un párrafo en el que se señala que vivimos un momento de redefinición de la libertad humana en sí. Una nueva relación entre la forma jurídica y la forma social de las libertades. Creo se ha entrado en una nueva fase en la lucha por los derechos civiles. Hay un mundo ahí afuera en plena y vertiginosa transformación. Una revolución global que no ha empezado ahora, con la Pandemia. Esta la dinamiza y profundiza, pero no es causa. Las causas están, hay que buscarlas en las nuevas tecnologías que han venido a provocar un reacodamiento en términos económicos, políticos, sociales, culturales, una crisis de civilización, de representación, un divorcio entre los ciudadanos y las instituciones, especialmente las políticas. No con la política, sino con sus representaciones”.

-Institucionalizar organismos como el observatorio, ¿puede generar efectos adversos como el de atrofiar la capacidad de discernir en los usuarios de noticias?

– Guirado. “Creo en la capacidad de las audiencias, de los ciudadanos, para elegir lo que deseen consumir. Ninguna empresa periodística, ni ningún editor periodístico, ni periodista nos obliga a consumir nada. Las audiencias son libres de no consumir determinada información (o de hacerlo) si así lo desean. Cada uno de nosotros tenemos, en nuestro teléfono móvil o en el control remoto de la TV, el poder de decidir qué información consumimos y cuál no”.

Prokopiuk. “Considerarlo sería subestimar a los públicos, que gozan de la libertad de elegir y pensar, y que en gran parte saben que los medios de comunicación difunden preferentemente noticias en función de sus intereses propios antes que en el interés común y por ello se identifican con una línea editorial u otra. Además reconocen que los trabajadores de prensa nos debemos regir por conductas éticas que no pueden ser impuestas por el Estado, ni por los privados sino por cada uno de nosotros y nuestro compromiso profesional”.

– Avellaneda: “Me parece más bien lo contrario. Toda vez que se pongan en evidencia, de modo fundamentado y contrastado en fuentes, los engaños y la producción manifiestamente sesgada de información sobre un tema, o la propagación de contenidos que vulneran a algún sector de la población, podrá recién estar justificada toda la atención que debe ponerse en los contenidos que circulan. Sin mencionar que también podremos tener debates en mayores condiciones de igualdad. O al menos disponer de otros recursos para afrontar situaciones de discriminación o estigmatización, que están lamentablemente muy extendidos”.

Montero: “Estamos inmersos en comunidades gigantescas. Facebook más de 2.500 millones de internautas al mes, google, más de 1.500 millones sin contar Instagram, Twitter y otras plataformas. Es una población que claramente supera a la mayoría de los países. Es una nueva comunidad, y es global. Pensemos en la importancia de esto y en el impacto que tiene sobre las categorías de pensamiento tradicionales. Hay un proceso de transformación irreversible que no sabemos dónde concluya pero que sí sabemos no puede afrontarse con el chip analógico. Hay que repensar el mundo, está claro. Mi postura es una concluyente defensa de la libertad en internet, el único espacio en libertad que acaso quede todavía”.

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