Deportes

Skate olímpico: el tour patagónico de un equipo argentino que ratificó el boom del deporte

Chicos y chicas del Team DC recorrieron 6000 kilómetros y 10 ciudades en 16 días, buscando desafiar obstáculos top y consolidando el crecimiento de una actividad y su filosofía de vida. Conocé las experiencias y aprendizajes que vivieron.

“El skate es un medio que nos lleva por distintos caminos y en este caso poder hacer semejante viaje, con todas las experiencias y aprendizajes que nos generó, es algo muy especial. Todavía estoy procesando todo lo que vivimos…”.
Wendy Soler tiene 28 años pero un largo recorrido en el skate, desde sus inicios en su Caleta Oliva natal, a los 13, hasta su actualidad en Córdoba capital, con su escuela de skate para chicas. Las pasó todas, desde sufrir la discriminación de un deporte históricamente machista hasta una grave lesión de rodilla que necesitó dos operaciones. Por eso ahora disfruta de este especial momento de su deporte, en pleno auge, mucho más democrático y abierto, con más oportunidades para todos. Y todas.
El tour de 16 días organizado por DC Shoes, que incluyó el paso por 10 ciudades del sur argentino, es una prueba más y ella agradece.
“El skate ha avanzado mucho pero aún está en pleno desarrollo, sobre todo la rama femenina. Por eso que una marca planifique un viaje así, por lugares hermosos y con muchas actividades, es un mojón más en la historia de este crecimiento por el que todos venimos empujando”, completa sobre el crecimiento de este deporte que ya es olímpico, una movida que si bien resistida por algunos en el ambiente, ha traído nuevas oportunidades.
Claro, Wendy no estuvo sola por la Patagonia. La acompañaron Sandro Moral, el skater estrella de la marca, Ezequiel Larrosa, otro talento de largo recorrido, y Camila Poli, la otra chica que completó el team que, justamente, tuvo equidad de género. Diego San Martín fue el fotógrafo y Fernando Natalucci, el filmer. La troupe, que se movió en dos Ford Ranger, la completaron dos encargados de organización y logística.
El primer tramo, con comienzo en Buenos Aires, llegó hasta Neuquén, donde se quedaron cuatro días, patinando la ciudad y honrando los obstáculos locales. El team se enamoró de la plaza central, que tiene un paseo hermoso, un corredor con fuentes, espacios deportivos y culturales, con la particularidad de que el tren pasa por la mitad. Ahí se empezaron a vivir los momentos más humanos -y trascendentes- a partir del cruce lógico entre los skaters más pro y los amateurs que habitan en la zona.

Un pibito de Neuquén los buscó en la calle y no sólo los invitó a comer a la casa sino que además los llevó a conocer los distintos spots de la ciudad, en especial una parte del Río Limay que no estaba en los planes y estuvo buenísima.
“Vos podés tener todo arreglado, organizado, pero el skate mejora desde el aporte de la gente. Y muchas veces los locales agregan valor. Así es el skate. Además de urbano, es abierto, participativo. En otros deportes vos no te cruzás con los deportistas pro en sus canchas. Acá sí. Los skaters salen y los encuentran, en una pista, en las calles. En las ciudades sabían, por las redes sociales de los chicos, que pasarían y se aparecían… Y aportaban. Y los pibes les regalaban una remera, un buzo, una tabla… Eso es lo bueno del skate, que no es exclusivo. Al contrario. No tiene límites”, analizó Juan Cruz Lanzinetti, jefe de la excursión por veteranía y experiencia, pero siempre sagaz a la hora de observar y reflexionar.
El team viajó luego a San Martín de los Andes, a pura adrenalina. Y ahí hizo su “aparición” el Chino Moral, una especie de líder de la banda. Primero se tiró al río desde un puente (ver foto). Y luego la rompió en la plaza principal, pese a torcerse el tobillo. Difícil detener a Sandro con su pasión y energía. Hielos, vendas, un analgésico y a seguir andando. “Soy de Sagitario -se ríe-. Me llevé muchas cosas hermosas del viaje, entre ellos varios moretones que nunca me voy a olvidar. Todo resultó especial y significó mucho porque fue un viaje en familia”, admitió. Fueron dos días mágicos allí, con el skater local Facundo Vial Sotomayor como guía y con Jorge Belardi como mágico anfitrión.
Luego, por la Ruta 40, la banda enfiló hacia Bariloche, previa parada en Villa La Angostura. Andar en un skakepark pegado al lago Nahuel Huapi fue otra experiencia bella, aunque no la única. Como en el resto de las ciudades, los chic@s anduvieron por la calle pero no sólo de skate vivieron… Hicieron playa, montaña y lagos. Y salieron para Comodoro Rivadavia, con paraditas en El Bolsón y Esquel, donde los esperaba Gael Dobar, el otro integrante del team que, a los 17 años, ya dejó de ser promesa para ser realidad. En Rada Tilly, el balneario que está a 12 kilómetros, armaron un evento junto al local Al Límite, con 50 inscriptos, premios (con el clásico «dinero por trucos») y cerca de 400 personas. Todos quedaron sorprendidos por la buena onda y el nivel de los pibes de la región. Y de los paisajes, de pasar de la cordillera al mar en pocos días. También hubo tiempo para dos días en Puerto Madryn y una visita a la Península Valdés. El final llegó en Epecuén, la ciudad inundada. Una tarde distinta.
“Una de las cosas más emotivas fue volver a ver el mar y sentirme en casa, también ver la felicidad de mis compañeros al conocer la Patagonia y este país increíble que tenemos. El skate es un medio que nos lleva siempre por varios caminos y uno de los sueños que muchos compartimos es viajar con la patineta, y hacerlo de manera abundante con una marca que te avale más allá del costo, que también sea amorosamente es increíble. Vivimos días de disfrute, festejos, risas, llantos, amor, compañía, lo que más me sorprende es que pasaron varios días de separarnos y que cada uno está presente en mí como si hubiera sido ayer que estábamos sumergiéndonos en el Río Limay”, recordó Wendy con la sensibilidad que la caracteriza. Cosas que fueron pasando, que hacen al conocimiento del país. “Los chic@s disfrutaron de todo, no solo del skate. Tuvieron un pantallazo de cómo vive la gente en el Sur, con los brillos y las sombras, y el siempre especial sentimiento de vivir el camino. El skate transforma y en los viajes, se aprende”, completó Lanzinetti.
“Fue otra demostración de cómo el deporte te puede llevar a vivir experiencias muy lindas. Desde el día 1 hasta que terminó todo pasamos por lugares mágicos y vivimos momentos especiales, desde montar rampas para saltar hasta tirarnos al agua desde un puente”, fue el balance de Moral, quien reflexionó sobre lo que le proporciona el skate como vehículo. “El poder disfrutar de andar a cualquier hora, con cualquier edad y en cualquier lugar le da el toque a mi vida. Es algo que agradezco todos los días que ando. Arriba de la patineta me siento en un lugar muy cómodo, donde me libero de todo”, agregó.
Wendy asintió. “Embarcarme en un tour con un equipo donde no conocía a todos significó una experiencia llena de emociones. En mi mente pasaban muchas cosas, pero la tranquilidad y diversión que viví desde el primer momento aún puedo sentirla. También pensaba que todos dejamos de lado nuestra rutina, nuestro hogar y familia entonces también nos vimos tirando para el mismo lado a buscar el equilibrio y disfrute. Esto es el skate, en mi caso una filosofía de vida”, completó quien agradeció por el lugar que de a poco va ocupando la mujer en un deporte que históricamente fue básicamente de hombres. “Siempre fue difícil ganar espacios y poder expresarnos, pero todo ha ido cambiando y hay que agradecer a quienes lo incentivan, como en este caso DC. Hasta la próxima…”, cerró.

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