El 17 de febrero de 1948 murió en Buenos Aires el notable cirujano argentino Enrique Finochietto
La obra del doctor Enrique Finochietto trasciende las nieves y los crepúsculos, y todos los silencios, cuando la ciencia-arte de la cirugía técnica se manifiesta en el cálido murmullo de los quirófanos, donde la mano de un cirujano maestro actúa en función de un semejante, y la mano de un cirujano joven se va armando de sabiduría, amor y experiencia.
Insigne cirujano argentino, el maestro de la cirugía técnica, reglada y enseñada, creador, innovador, dibujante, pintor y amante de la música. Creador de una de las más célebres Escuelas quirúrgicas, cirujano de guerra en la Primera Guerra Mundial, reconocido en los principales centros de Europa entre los años ’30 y ’40, formador, guía y «buen amigo», como quedara plasmado en el título del tango compuesto por Julio De Caro en su honor.
En el ingreso a la gloriosa Sala IX del Hospital Rawson existió una placa de bronce con una leyenda breve y contundente: «Aquí operó y enseñó Enrique Finochietto».
Sus instrumentos los diseñaba él mismo antes de pasárselos a los ingenieros, gracias a sus conocimientos de dibujo técnico. Amante de la pintura, dueño de una pinacoteca envidiable para el Buenos Aires de esa época, fruto de sus viajes por Europa. Un Señor de la noche porteña, un caballero de hablar callado, puro ejemplo. «No cumple con su obligación sino quien va más allá de su obligación», solía repetir.
Con las manos en los bolsillos de su delantal solía recorrer el hospital una y otra vez, viendo los enfermos operados y la labor de sus médicos de sala. «El Santo del bisturí» lo definió su discípulo y amigo Oscar Vaccarezza.
Cuando operó por última vez en el Sanatorio Podestá de Bs. As. ya había perdido la visión en uno de sus ojos. Con cristiana resignación tolerando terribles dolores terminó sus días uno de los más respetados médicos argentinos de todas las épocas y un verdadero mito de la cirugía nacional. Falleció en Buenos Aires el 17 de febrero de 1948.