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CORRIENTES: Chico de 10 años sufrió golpiza de una patota de niños carreros

Impresionante caso de violencia extrema que involucra a menores de edad. A la víctima la atacaron en la calle entre al menos siete niños de entre 10 y 13 años. Le pegaron golpes de puño, patadas e incluso lo arrastraron en la calle causándole quemaduras en la espalda.

Un chi­co de 10 años su­frió múl­ti­ples he­ri­das co­mo con­se­cuen­cia del ata­que de una pa­to­ta que, in­cre­í­ble­men­te, la con­for­ma­ban ni­ños de en­tre 10 y 13 años.
El he­cho de vio­len­cia ex­tre­ma que in­vo­lu­cra a me­no­res de edad su­ce­dió el fin de se­ma­na en la ciu­dad de Co­rrien­tes.
El ni­ño las­ti­ma­do per­ma­ne­cía ayer in­ter­na­do ba­jo cui­da­dos mé­di­cos en el Hos­pi­tal Pe­diá­tri­co Juan Pa­blo II. Pre­sen­ta le­sio­nes en la ca­be­za, bra­zos, pe­cho y ex­ten­sas que­ma­du­ras en la es­pal­da, ya que fue arras­tra­do so­bre el as­fal­to ca­lien­te.
Ma­ría Ele­na, ma­dre de la víc­ti­ma, re­la­tó a épo­ca es­tar in­dig­na­da, con do­lor y es­pe­ra al­gu­na ac­ción de las au­to­ri­da­des por­que sien­te que su hi­jo se­gui­rá en ries­go da­do que los agre­so­res “son to­dos del mis­mo ba­rrio”.
De acuer­do a lo in­for­ma­do por la mu­jer a es­te me­dio, el sá­ba­do a la sies­ta el ni­ño fue a la ca­sa de una fa­mi­lia ami­ga.
“Vi­si­tó a un ami­go cer­ca de la pla­za”, di­jo en re­fe­ren­cia al es­pa­cio pú­bli­co Pa­pa Fran­cis­co del ba­rrio Iru­pé.
Una pan­di­lla in­te­gra­da por “ni­ños ca­rre­ros”, quie­nes siem­pre an­dan en la ca­lle con “go­me­ras, hie­rros y pa­los” lo in­ter­cep­tó cuan­do el ne­ne vol­vía so­lo a su do­mi­ci­lio.
Se­gún los di­chos del me­nor a su fa­mi­lia, eran en­tre sie­te y diez chi­cos los que co­men­za­ron a gol­pe­ar­lo de una for­ma sal­va­je.
El epi­so­dio su­ce­di­do a eso de las 15:45 ge­ne­ró la in­ter­ven­ción de una mu­jer que ayu­dó a la víc­ti­ma y avi­só a Ma­ría Ele­na.
Los au­to­res del ata­que “son to­dos del ba­rrio” y vi­vi­rí­an a po­co más de una cua­dra de la ca­sa del ne­ne de 10 años.
Ma­ría Ele­na pre­ci­só que su pri­me­ra pre­o­cu­pa­ción fue la de asis­tir a su hi­jo y es­tar acom­pa­ñán­do­lo en to­do mo­men­to. “La Po­li­cía te­nía que ve­nir a to­mar­me la de­nun­cia; o des­pués iré a la co­mi­sa­rí­a”, ex­pli­có.
El ni­ño su­frió trau­ma­tis­mos de crá­neo y pe­que­ños cor­tes tam­bién en la ca­be­za. “Le hi­cie­ron pla­cas; me te­ní­an que in­for­mar los re­sul­ta­dos”, agre­gó en una bre­ve char­la vía te­le­fó­ni­ca.
“Es la pri­me­ra vez que hay un pro­ble­ma con esa gen­te. Sa­be­mos que son agre­si­vos”, aña­dió la mu­jer, com­ple­ta­men­te asom­bra­da de lo pa­de­ci­do por su ser que­ri­do
 

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