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Coronavirus: La Argentina superó los 3000 internados en terapia intensiva y es el quinto país con más casos graves del mundo

La Argentina sumó ayer 213 personas enfermas de Covid-19 a sus Unidades de Terapia Intensiva (UTI) y superó los 3000 pacientes por esta patología en estado crítico. Así, pasó a ocupar el quinto puesto a nivel mundial entre los países con más casos graves.

Hasta este mediodía, con 3093 casos, la Argentina explicaba casi el 5% del total de casos en UTI del mundo, que acumulaba 60.882. El ranking lo encabezaba Estados Unidos, con 14.347 casos, seguido de India, con 8.944, Brasil, con 8.318, e Irán, con 3.768. A diferencia de los cuatro primeros lugares, donde la curva de casos ya comenzó a bajar, en la Argentina aún no se ve un retroceso del virus.
Si bien los infectados por el virus SARS-CoV-2 sumaron casi mil pacientes en las últimas dos semanas –pasaron de 2114 a 3093-, el porcentaje de ocupación de camas UTI en el país se mantiene relativamente estable. Según los últimos datos difundidos anoche por el Ministerio de Salud de la Nación, el 61,7% de las plazas de la Argentina están ocupadas. Si se mira solo el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), el número sube a 68.5%.
La alta cifra argentina se explica, entre otros factores, por el alto número de casos activos: personas que aún cursan la enfermedad. En la actualidad, en el país 114.728 personas aún están infectadas. Si se tiene en cuenta las estadísticas globales del virus, que detallan que entre el 2 y el 3% de los casos necesitarán internación en una UTI, el país está dentro de los márgenes esperables, con un 2,7% del total de casos activos.
«Mientras no se estabilice y comience a bajar el número de casos en el país, las internaciones en terapia intensiva van a seguir subiendo», dijo a LA NACION Eduardo López, médico infectólogo y jefe del Departamento de Medicina del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, y agregó: «Es fundamental que se comiencen a aplicar sistemas de rastreo y bloqueo de casos como el Detectar pero en las zonas del interior del país donde se están produciendo ahora los brotes».

Con estos datos, LA NACION consultó a Rosa Reina, presidenta de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI), que explicó cómo es el trabajo de un médico terapista con un paciente Covid-19 positivo y lo ubicó como el más complejo que existen en la actualidad.
«Lo primero es cómo nos tenemos que preparar los que trabajamos con el paciente: médicos, enfermeros, kinesiólogos. Tenemos que vestirnos y desvestirnos siguiendo un protocolo adecuado. Cuando nos sacamos los elementos de protección es cuando corremos el mayor riesgo porque esos elementos ya están contaminados. Se deben seguir todos los pasos y en un determinado orden. Algunos elementos se desechan, otros se limpian y se reutilizan», comenzó su detallado informe Reina, y agregó: «Todo este proceso lleva unos 15 minutos, entre que nos vestimos y desvestimos. Generalmente una persona está chequeando como hacemos el proceso para cuidarnos».
La intensivista siguió: «Cuando los entramos a ver, con todo ese equipo, primero revisamos al paciente, el monitor, el respirador. Los pacientes son muy complejos. Un alto porcentaje está con respirador para ventilación mecánica y suelen tener una evolución muy crítica. Muchos de estos pacientes deben ser colocados en posición ‘prono’, es decir, boca abajo porque esto mejora un poco la oxigenación, ya que, tienen pulmones muy comprometidos e inflamados».
«Para esa maniobra se necesitan cuatro personas. No la puede hacer un profesional solo. Cuando se entra a revisar al paciente, si vemos que necesita ser puesto en ‘prono’ uno avisa que se cambien otras tres personas más», dijo sobre el protocolo que se desarrolla en los sectores Covid-19 que se crearon en centros de salud públicos y privados.

La línea roja que separa las zonas
«Siempre hay una línea que separa la parte más limpia de la habitación y la más cercana al paciente. Divide el área Covid de la no Covid que suele estar a unos 60 o 70 centímetros de la entrada de la habitación o de la cama del paciente», detalló sobre cómo se disponen las zonas de trabajo, y agregó: «Para poder comunicarnos entre los que estamos cerca del paciente, ya que se hace difícil escucharnos por todos los elementos de protección, escribimos en un papel lo que necesitamos. Si es una habitación cerrada, lo pegamos al vidrio para que lo lean los que están afuera, si no es una habitación se la mostramos a nuestros compañeros que están del otro lado de la línea roja que es la zona limpia que es la que asiste. Siempre hay hojas de papel cerca de las camas de los pacientes«.
Ante la consulta sobre cuántas veces al día deben controlar a un caso de coronavirus positivo en terapia intensiva, dijo: «El paciente Covid-19 necesita un chequeo casi constante. Estamos controlando medidas que son muy críticas que se deben seguir de cerca. Si bien, en algunos lugares, tienen centrales de monitoreo que están en red con los monitores de cada uno de los pacientes, en la mayoría de las terapias no está. Por eso, hay que entrar todo el tiempo. Por más que uno disponga el monitor de manera tal de que se pueda ver detrás de la línea roja, no siempre se puede«.
«La verdad, el control y revisión de estos pacientes es continua. Tratamos de hacerlo cada una o dos horas. Estos pacientes no se pueden ver cada ocho horas. Cada vez que entramos y salimos de esa zona roja hay que vestirse y desvestirse. No se para», dijo.
Reina luego explicó el rol de los residentes que debieron comenzar a trabajar casi sin tiempo de adaptación. «En el 2009, cuando fue la pandemia del H1N1 el mayor pico lo tuvimos en mayo y junio, hasta julio. Los primeros días de junio, ingresaron los nuevos residentes de terapia intensiva y que, obviamente, no tuvieron los dos o tres meses de adaptación del principio. Entraron y tuvieron que aprender todo junto. Eso mismo está pasando ahora. Los nuevos residentes fueron directo a planta con los residentes más antiguos y los médicos de planta. Hoy, uno los escucha y tienen un aprendizaje y conocimiento de cómo manejar la gravedad de estos pacientes que es impresionante. Para sacarse el sombrero».
El rol de lo emocional y la pospandemia
«Estamos pasándola como mejor podemos, sobreviviendo. Emocionalmente, estamos muy mal. Hay todo un equipo que está trabajando para apoyarnos pero, muchas veces, no tenemos el tiempo para sentarnos 15 o 20 minutos para charlar. A veces, no tenemos ese tiempo«, se sinceró Reina.
La titular de la SATI, luego pidió: «Después de la pandemia hay que preparase para otra situación. Para otra crisis. Ya hay artículos internacionales escritos que hablan de la crisis posterior a la crisis y tiene que ver con el paciente luego de su paso por terapia intensiva. Esto las autoridades sanitarias lo tienen que empezar a entender y diseñar estrategias de seguimiento de estos pacientes que quedan con secuelas: cognitivas, motoras o psicológicas. No solo los pacientes, sino que también las familias. Esto a nivel mundial se está hablando mucho. Incluso ya hay equipos de trabajo formados para ese día después».

«El otro tema, es el equipo de salud. Cómo queda el personal de salud. En varios países de Europa, que están teniendo esta segunda ola, hay personal de salud que no se recuperó de la primera ola y, tal vez, no puede volver a trabajar en esta segunda. Ya sea por lo físico o lo emocional», contó Reina.
Para cerrar, se le preguntó, en una escala del 1 al 10, cuán difícil es tratar a una persona grave infectada de SARS-CoV. 2 y dijo: «El paciente Covid-19 es muy difícil de tratar. Están en una escala de 9 o 10. No recuerdo otra patología que sea más compleja de atender. Atendemos muchísimas neumonías. Pero esto es otra cosa».
Fuente: La Nación

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