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Cómo llega River al superclásico frente a Boca: irregular, con el plantel casi completo y una gran motivación

El próximo domingo se jugará el segundo superclásico del año en la Bombonera; el cachetazo con Argentinos Juniors lo obliga a potenciarse

“Las derrotas te dan un baño de humildad tremendo. Y la mejor medicina a una buena victoria es una derrota. Ese es el antídoto”. La recordada frase de Marcelo Gallardo en 2019 vuelve a la luz. Después de alzar el 12° título del ciclo del DT con un histórico triunfo 5-0 frente a Racing, su equipo perdió 1-0 con el cabizbajo Argentinos Juniors en el Monumental. El agónico golazo de Gabriel Florentín cerró una noche con más preguntas que respuestas para un River envuelto en una irregularidad de la que no se puede despegar. Un día, se luce y golea. Al otro, se marea y no reacciona. En medio de esa maraña futbolística, aparece una de esas “buenas zanahorias por comer” que siempre necesita el Muñeco para potenciar a su equipo: Boca, en la Bombonera.

Tras conseguir la Supercopa Argentina, River ya puede palpar su nueva gran motivación. El superclásico está a la vuelta de la esquina. El próximo domingo visitará al xeneize, por la quinta fecha, en el partido interzonal de la Copa de la Liga Profesional con cuatro necesidades diferentes: mejorar el engranaje colectivo de un equipo que todavía está en formación para tener una mejor generación de juego, minimizar al máximo las desconcentraciones defensivas, ser lo más efectivo posible en el arco rival para no sufrir y sellar una de esas victorias contundentes que le permitan enfilar su futuro con mayor tranquilidad. Claro que esta última se puede dar por diferentes circunstancias pero, si logra consolidarse en los tres primeros puntos, tendrá muchas más posibilidades de llevarse el triunfo.

Marcelo Gallardo, DT de River, frente a Argentinos.Fotobaires
Hay una realidad. Este River siempre necesita una meta concreta que le genere estímulo para potenciarse. El DT lo ha dicho en diversas oportunidades. En su mecánica de trabajo busca esa famosa adrenalina para generar cosas positivas. ¿Y qué mejor que volver a visitar a Boca después de aquel amargo empate 2-2 en la Copa Diego Maradona? Ahí es donde radica una clave fundamental. Resetear la cabeza rápido y enfocar la concentración en el superclásico será el gran trabajo del cuerpo técnico millonario durante la semana.
A pesar de las distintas aristas futbolísticas que necesita pulir para tener más calma, el Millonario tiene una base central a la cual aferrarse para preparar el partido: cuenta con la certeza de que posee las armas suficientes como para imponerse. Dentro de ese arsenal se encuentran la jerarquía individual y colectiva, el temple, la convicción y el carácter que ha mostrado siempre en los duelos más cruciales y la idea de juego sostenida en el tiempo que le permite afianzarse más rápido de lo normal.
Por otro lado, Gallardo tiene un punto central para respirar con tranquilidad: a excepción de Javier Pinola, quien se encuentra atravesando los primeros días después de su operación por la fractura del antebrazo derecho, tiene todo al plantel sin lesiones. Gonzalo Montiel superó la mononucleosis después de 13 días y se reintegrará desde este martes a los entrenamientos para saber si finalmente podrá estar en la Bombonera. Por fuera de ellos, Rafael Borré mejoró del traumatismo en la cresta ilíaca y frente a Argentinos completó 45 minutos y se espera que Fabrizio Angileri, que debió viajar a Mendoza por la salud de su padre, sea titular sin problemas.

La derrota contra Argentinos Juniors lo llena de interrogantes, pero el superclásico con Boca motiva a River y a Marcelo GallardoALFIERI MAURO
Dos y dos: la irregularidad en la Copa de la Liga Profesional
River ganó dos partidos y perdió dos en la Zona A. Marcó cinco goles, le hicieron tres y tuvo dos vallas invictas. Pero todavía no pudo encarrilar su imagen futbolísticas a lo largo de una serie de partidos. Va y viene. En materia futbolística, el plan no cambia: el conjunto millonario busca controlar la pelota en todo momento, tiene el arco rival entre ceja y ceja, presiona alto y con intensidad para forzar errores, se conecta de forma rápida y directa, busca paredes, apuesta a no desesperarse para encontrar el hueco justo con inteligencia y proyecta a su laterales casi como extremos. Pero, con el ambicioso esquema 3-3-2-2, que puede mutar a 3-4-1-2, debe mantener al máximo la concentración defensiva para evitar darle espacios y facilidades a los rivales que buscan contragolpearlo. Y no todo queda ahí. A lo largo de los últimos partidos dejó en claro que, a veces, necesita bajar sus revoluciones para tomar la mejor decisión y manejar mejor el partido.

En el primer partido de la Copa sufrió un golpe inesperado. La agónica caída 2-1 con Estudiantes en La Plata fue un baldazo de agua fría: tuvo un jugador más durante todo el segundo tiempo, iba ganando 1-0, fue superior a lo largo de todo el partido y volvió a repetir errores y desconcentraciones defensivas que las pagó muy caro en dos pelotas paradas. Pero el cachetazo le sirvió para reaccionar. River se potenció e hilvanó tres victorias al hilo y fue campeón de la Supercopa: goleó 3-0 a Rosario Central en el regreso al Monumental con un rendimiento en alza; le ganó 1-0 a Platense en una tarde sin lucimiento en Vicente López; y barrió 5-0 a Racing, en la final en Santiago del Estero.
Pero el cachetazo que le produjo el golazo de Florentín en la agónica caída 1-0 con Argentinos Juniors volvió a abrir interrogantes. Además, lo dejó a seis puntos del líder Colón, que ganó sus cuatro encuentros. Se viene Boca. El superclásico ya se palpita. Y son esos momentos que el River de Gallardo suele utilizar como punto de partida de algo mejor.

Fuente: NACION

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